En camino: consejos y experiencias sobre Reiki y espiritualidad.

LA AYUDA A LOS DEMÁS (POR ANTONIO BLAY). 


¿Cómo hemos de ayudar a los demás? Hemos de ayudarles, en primer lugar, amándolos, no en un modo de ser o de hacer, sino amándolos a ellos, como espíritus encarnados, como realidad divina, que está en la tierra, como vida
que se está desplegando, que quiere desarrollarse y llegar a su madurez; esto es lo que hemos de amar. No amar un modo de conducta, un modo de pensamiento, que podemos llamar virtuoso, educado, correcto. Cuando amamos lo viviente, y, no las formas externas, cuando amamos el núcleo dinámico de la persona, no encerramos a esta persona en ningún molde, ni queremos cambiarla, simplemente, al amar eso que es viviente en ella, hay una aceptación gratuita de la persona, sea como sea, ya que lo que amamos no es su modo de ser, sino «el ser» de esa persona.
Aquella persona, al amarla de este modo, conectamos con ella, se siente profundamente atraída e incondicionalmente aceptada como persona; siente que no se le está juzgando constantemente, sino que existe una aceptación total, incondicional, que no depende en absoluto de lo que puede hacer o decir, pues lo que se ama es el hecho de que aquella persona sea más ella misma, que despliegue sus capacidades, de que llegue a su plenitud.
Esta será la ayuda, sin ponerle condiciones, requisitos externos, o darle fórmulas. Amar a una persona, es amar su libertad, su derecho a hacerse a sí misma, a vivir toda su capacidad de experiencia, de ser. Y ayudaremos a la
persona, simplemente, a que siga adelante, con su inteligencia, con sus medios, con su modo de hacer, aunque este modo de hacer, por su poca experiencia o por sus ideas equivocadas, pueda en ciertos momentos convertir las situaciones en conflictivas, pero, esa situación conflictiva, que nosotros valoramos como mala, no es necesariamente negativa para la persona. Si a nosotros nos hubieran ahorrado los errores que hemos cometido, ¿hubiéramos aprendido lo que sabemos hoy? Solamente podemos aprender a tener discernimiento, enfrentándonos con la verdad y con el error, y, si no, no hay posibilidad alguna de educar el discernimiento; sólo podemos desarrollar la fuerza, enfrentándonos con lo fácil y con lo difícil y, si no lo hacemos, no desarrollaremos la fuerza. Esto, que se ve tan claro en el campo físico, sucede exactamente en todos los demás aspectos de nuestra personalidad. Por lo tanto, lo que en un momento dado aparecen como dificultades, son dificultades dentro de una visión egocentrada, dentro de su yo personal, que está soñando en vivir una realidad falseada, pero, cuando se ve como un proceso de desarrollo, de expansión de conciencia, entonces los errores, las dificultades, no tienen en absoluto ningún dramatismo, son fases completamente positivas dentro de ese contexto extraordinario, que es el crecimiento humano. No tengamos miedo de los errores, ni siquiera de los sufrimientos a que pueden conducirnos nuestros errores; ayudemos a que la persona trate de vivir, lo mejor que pueda, sus propios recursos, animándola, que se sienta comprendida, estimulada, por esta comunión, por esta aceptación. La persona, entonces, expresará lo que de mejor haya en sí misma, no la evitará todos los errores, pero la estimulará, en lo máximo, para que actúe lo mejor que pueda.
Ayudar a una persona es verla en lo positivo que es, y que ha de llegar a ser, en esas cualidades que están pugnando por expresarse. Cuando yo la puedo ver de acuerdo con esas cualidades, que ha vivido en su interior, y, la hablo teniendo en la mente esas cualidades que veo en ella, mi modo de hablar se convierte en algo positivo, constructivo, estimulante, aunque no hablemos para nada de su conducta, ni de éxito ni de fracaso, ni de ningún tema relacionado con su crecimiento; es la actitud humana lo que ayuda. Por eso, el amor, el amor profundo e inteligente, es la única ayuda, no el aplicar una receta o el proyectar nuestro propio yo-idealizado a otras personas. Esto es, sin embargo, lo que estamos haciendo cada vez que juzgamos a una persona.
La vida espiritual, cuando va acompañada de una mente que no se encuentra cerrada por un sistema estrecho y rígido -esto conduce, entonces a un fanatismo-, se convierte en un medio para mejorar nuestra capacidad, en su dimensión puramente humana, psicológica. La persona, en su conducta, deja de estar influenciada por las motivaciones egocentradas que antes tenía, posee una capacidad de ver y de valorar objetivamente; en la acción, se encuentra con una fuerza interior, siempre renovada, tiene, por lo tanto, una enorme capacidad de trabajo, ya que no trabaja para sentirse personalmente compensada o satisfecha, sino que lo realiza como una acción creadora; produce un efecto sobre los demás estimulante sin proponérselo, pues toda ella irradia energía, paz, comprensión y espíritu creador. O sea, la vida espiritual, cuando se trabaja de esta manera clara, limpia, sacando todos los condicionamientos negativos, deformantes, como suelen ser, en la mayoría, la formación religiosa, cuando uno aprende a descubrir la vida espiritual de un modo directo, es una liberación constante, dentro de sí mismo y, luego, a través de esta misma liberación interior, también de los demás, en un grado u otro.



INTRODUCCIÓN AL MÉTODO DE MEDITACIÓN ZEN
(pulsad " PLAY "  cuando aparezca la página a la que nos lleva el enlace):


 http://www.ivoox.com/anapanasatti-sutra-audios-mp3_rf_355597_1.html





"Confía en tus presentimientos. Normalmente están basados en hechos archivados por debajo del nivel de la conciencia"

"Cuando rezamos nos dirigimos a Dios. A través de la intuición Dios se dirige a nosotros. La intuición es un poderoso instrumento para mejorar la eficacia de una sesión de Método Reiki y de calidad de vida. Hoy sabemos que el Maestro Mikao Usui usaba la energía Reiki de una manera flexible e intuitiva. Según él, debemos contar esencialmente con la intuición para orientarnos, y no con un conjunto de procedimientos como establecieron Chujiro Hayashi y posteriormente Hawayo Takata al proponer las posiciones básicas enseñadas en el Nivel 1 del Método. Esto no quiere decir que una de las dos tendencias esté equivocada. No hay nada correcto o equivocado en la técnica Reiki. En el Método Reiki lo que está bien o lo que está mal, es en general, producto de nuestra imaginación. Tras la iniciación en el Nivel 1 del Método Reiki el reikiano comienza a aumentar su intuición en todos los sentidos. Pero hasta que esto ocurra (este despertar interior), una alternativa es atenerse a conceptos racionales, permaneciendo de tres a cinco minutos en cada posición tal como se aprende en los seminarios de Reiki occidental. Más tarde esa orientación se volverá superflua, pero puede que necesites bastante tiempo hasta que tus manos comiencen a "oír y hablar" sobre la necesidades de tu receptor. La confianza en tí mismo es el secreto del éxito. Es necesario que confíes en tus dones, en tus habilidades. Te fueron dadas para que hicieras uso de ellas, y debes usarlas. Confía en tus manos para asumir el control. El primer paso para desarrollar la intuición es saber que todos la tenemos. Tu intuición siempre existió, pero ahora, con la energía Reiki, debes prestarle más atención. Desarrollar la intuición es como desarrollar los músculos: necesitas ejercitarlos diariamente. Cuanto más sigues la intuición, más se fortalece. Cuanto más practicamos, más sentimos que nuestras manos hablan respecto a las necesidades del receptor. La energía Reiki realmente nos hace más receptivos, sensibles e intuitivos. Para aplicar energía Reiki debemos dejar que nuestra intuición oriente a nuestras manos y permitir que dirija la aplicación. Durante una sesión Reiki tus manos son tus ojos y tus oídos. Es la propia sabiduría de la energía Reiki la que guía el tratamiento, y la energía siempre es atraída hacia centros energéticos inarmónicos en los que produce su efecto. El reikiano asiste a la sesión pasivamente. Lo único que debe hacer es estar disponible. El corazón nunca es neutro. La energía vital es sustancialmente más inteligente que nuestras limitadas ideas sobre equilibrio y salud. Es muy difícil comprender el infinito a partir de una perspectiva finita. Sigue tu intuición, armonízate con el campo de energía del otro y sentirás lo que es más adecuado en cada situación. Procura abrirte hacia la comunicación interior. Permítete ser guiado por la intuición, donde no existe la interferencia de la mente. La voz de la intuición, reviviendo, trae como resultado, una mayor sensación de totalidad, y consigue que continúes estudiando el cuerpo del receptor durante la sesión intentando encontrar áreas problemáticas en las que la energía esté bloqueada o sea deficitaria. Durante una sesión de Reiki puedes sentir la necesidad de volver a tratar una determinada área que ya ha sido tratada, canalizando energía hacia áreas especialmente necesitadas, donde en general, el receptor se queja de dolores o estrés. Si se da de nuevo actividad energética, es señal de que volviste al lugar correcto".

Extraído del libro: " REIKI. Manual del Terapeuta Profesional" del Maestro Reiki Johnny De' Carli. Capítulo 11: "Como y dónde aplicar Reiki". (Manual oficial de los cursos de Terapeuta de Reiki Profesional de la Fundación Sauce).